Yo, goliardo


CLAUDIA VEGA Y NEREA SANZ, 1ºBACH HCS
Yo Goliardo, otro día que me levanto debajo de un puente, matando el tiempo de mi pobre vida, escuchando como pasan los elegantes carros de los señores. Y en este tiempo libre pensando que otro día de mi vida voy a tener que ir vagando  por las calles  cantando  para que a cambio, si tengo un poco de suerte, me den una limosna. En verdad ese dinero de qué me va a servir, siempre me lo acababo gastando en vino.  Solía ir a parar a las iglesias, a los monasterios, a las parroquias… ese estilo de sitios que sabía que por poco que fuera algo me darían. 
Había veces que si tenía tanta suerte me daban alojamiento en algún hospital o ermita para descansar en la tranquilidad de la noche durante dos o tres días. Eso sí era suerte. Mi vida empezaba a ser un desperdicio ya que pasaba la mitad de mi vida en las tabernas, bebiendo y malgastando mi tiempo, eso sí, solo me lo podía permitir si ese día gracias a mis cantos había ganado algo. 
Cuando iba a las tabernas solíamos juntarnos un grupo de goliardos para cantar sobre la amistad y otros temas como por ejemplo el amor, que por un lado es un tema de especial importancia para nosotros, llena de ideas alocadas, desde los llantos hasta la ternura más infinita.
Yo quería tener una doncella y vivir una vida sencilla y no lo pude conseguir. Después de contar esto supongo que entenderéis parte de mis cantos y estrofas que se recogen en el Carmina Burana. En aquellas tabernas aparte de estos cantos nos dedicábamos al juego y bueno, como ya sabéis, a beber como posesos hasta acabar sin ningún control sobre nosotros. Esas noches cuando iba de vuelta, es verdad que orgulloso no estoy, pero acababa con alguna mujer que otra, que obviamente, por voluntad propia no estaba. 
Pensar que en algún momento de mi vida tuve una oportunidad para ser alguien. Pude ir a la escuela, me hice monje, fui a la universidad (cosa que no mucha gente puede hacer) y tener un trabajo decente... no se cómo llegué a ser el mendigo que soy, vagando de lugar en lugar sin tener sitio fijo donde poder tener una vida decente y no tener que depender de la bondad de varias personas. Y desgraciadamente se puede decir que este es el día a día de un goliardo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mi mito favorito; mito chama sobre el día y la noche

Mi mito favorito: La fundación de Atenas