Yo, juglar en la Corte

Álvaro González y Danina Iordanova, 1ºBACH HCT
Un día normal, amanezco en medio del bosque con unas personas que me acogieron esa noche y me refugiaron en su aldea. La noche que llegué a ellos, me pidieron algo a cambio, no iban a dejar a una persona aquí sin recibir nada que les interese; como había un montón de niños tuve la gran idea de proponerles animarlos y contarles unos cuantos de los chistes que me sé, ellos aceptaron y los padres estaban contentos porque sus niños estaban deseando que empezara; después de más o menos tres cuartos de hora, los niños se fueron a dormir más que contentos por mi trabajo.
Los mayores después de que los niños se fueran, siguieron bebiendo y me invitaron a lo que les sobró de la mesa, de ahí todos nos fuimos a dormir y a mi me dieron una manta para poder taparme; la verdad que me trataron muy bien para ser un simple juglar.
Al día siguiente, después de darles las gracias, emprendí mi camino hacia otro lugar. A medio día más o menos llegué a un sitio que parecía una gran ciudad; tenían una gran muralla y un gran castillo que se veía desde lejos junto a una iglesia; cuando me acerqué, toqué a la puerta y me abrieron los correspondientes campesinos, los siervos del rey; a la que fui entrando había un montón de gente trabajando y pedí saber donde se encontraba el rey para ofrecerle una idea. El rey aceptó verme y escucharme, entonces los siervos me llevaron hasta él; cuando entré en la gran sala real, el rey me miró un tanto extraño, me puse delante suya y le expliqué a qu venía a entretenerlos a él y a la corte, él aceptó mi petición pero con una condición, si yo no conseguía atraer la atención de todos no sería recompensado y me tendría que ir inmediatamente de ahí. Me dieron por ahora un poco de agua y comida.
Preparé mis mejores historias y mis mejores chistes y cuando se reunieron todos a media noche, salí al centro de todos y empecé con mi actuación; les conté la gran historia de mi vida, por todos los sitios que he pasado y tantas cosas que he visto, luego conté ciertos chistes que la verdad es que les encantaron, decían que eran de los mejores que habían oído en su vida; al terminar me recompensaron muy bien y como bien había dicho el rey me dejaba quedarme esa noche. Yo me fui a dormir después de un día muy cansado en un sitio, la verdad que para mi bastante lujoso. Tenía que prepararme por la mañana porque aquí no me podría quedar por mucho más, mañana será otro día nuevo y tendría que seguir buscando sitios y complaciendo a las personas.



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