Mi mito favorito: MITO LUNAR CHINO: CHANG’E YHOUYI

MITO LUNAR CHINO: CHANG’E YHOUYI
Los chinos admiran la luna y la toman como uno de los temas más populares de las creaciones folklóricas.
Dotada de una belleza legendaria, el proyecto Chang‘e se carga en mayor grado de la audaz imaginación y roza la aspiración del pueblo chino por conocer el bello cuerpo celeste más próximo a la tierra. Cuando en el verano de 1969 Estados Unidos aterrizó por primera vez en ella, estaba cumpliendo los anhelos de millones de personas desde la antigüedad remota. Puede que lo que encontraron dice mucho de lo que una vez se creyó, pero despertó por todo el mundo un nuevo deseo, el de emular a la tripulación del Apolo 11. De este anhelo surge en 2007 el programa chino de exploración lunar, que lleva por nombre el de la diosa que según la leyenda habita en nuestro satélite: CHANG’E
La bella Chang’e es una diosa lunar que anteriormente era conocida como Heng’e, la cultura china dice que esta vive en la Luna y no puede irse de allí.
El Emperador de Jade, soberano del Cielo, tenía diez hijos bastante revoltosos. Un día se transformaron en diez soles y comenzaron a chamuscar cruelmente a la Tierra desde los Cielos. Incapaz de detener su fechoría, el Emperador de Jade convocó a Hou Yi, un arquero conocido por su puntería. El emperador le ordenó al inmortal que les enseñara una lección a sus hijos.
Hou Yi descendió a la Tierra y vio con sus propios ojos el sufrimiento que acaecía. Todo estaba calcinado e inerte y la gente estaba en agonía. Lleno de indignación compasiva, se puso en acción. Sacando una flecha de su bolsa, apuntó hacia los soles. Cayó el primero, luego otro. Al final, nueve de los hijos del Emperador de Jade estaban muertos. Hou Yi solo dejó vivo un sol, para dar luz y calor a la tierra.
El Emperador agradeció a Hou Yi que salvase la Tierra, pero el precio que había tenido que pagar era demasiado caro. Por ello condenó al arquero y a su esposa a vivir en la tierra como mortales. Chang’e se sentía miserable en su nueva vida y languidecía poco a poco, apagándose como una vela. Hou Yi, temiendo por su amada emprendió un viaje plagado de peligros en busca de la cápsula de la inmortalidad, que les devolvería de nuevo a su hogar en el cielo. Tras muchas aventuras logró encontrar a la reina madre del oeste, que le entregó la cápsula tras advertirle que cada uno debía tomar sólo la mitad para recuperar su inmortalidad.
Hou Yi regresó a casa y guardó la cápsula en un cajón. Debía estar fuera por un tiempo aun y advirtió a Chang’e de que no lo abriese hasta su regreso. Pero como suele ocurrir, la prohibición es la mayor invitación para hacer algo. Igual que la mujer de Barbazul con la puerta misteriosa, la joven empezó a obsesionarse con el cajón, hasta que un día, justo antes de que su marido regresase a casa, lo abrió y encontró la cápsula mágica en su interior. Temiendo que Hou Yi la descubriese, se tragó la píldora entera. De pronto, empezó a flotar hacia el cielo por haber tomado más de la cuenta. El arquero trató de dispararle para evitar que flotase demasiado lejos, pero no tuvo valor, la quería demasiado para causarle ningún daño.
Chang’e flotó hasta aterrizar en la luna. Allí lloró por la pérdida de Hou Yi, pensando que tendría que pasar el resto de la eternidad sola. Pero pronto descubrió que se equivocaba. En la Luna vivía un conejo que se dedicaba a preparar elixires de vida, como el que había tomado ella. También descubrió otro compañero, un leñador llamado Wu Gang que había sido desterrado por los dioses como castigo por intentar conseguir la inmortalidad. Sólo podría abandonar la Luna cuando cortase el árbol que crecía en ella, algo que jamás ocurriría, pues cada vez que cortaba un pedazo, volvía a brotar otro al momento.

Mientras Hou Yi, que añoraba a Chang’e, preparó una mesa en el jardín de la casa que habían compartido y le entregó como ofrenda sus frutas favoritas. Cuando el pueblo supo que ella se había convertido en una diosa inmortal. Decidió imitar a Hou Yi para pedirle paz y felicidad. Desde entonces y hasta el día de hoy, los chinos se reúnen a mitad del otoño para celebrar un festival en honor de la señora de la Luna.

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